7 may 2009

Crítica a Xi´an

Xi´an

Ciudad enorme, abarrotada, tenebrosa por sus humos salidos del subsuelo. La niebla aparece y desaparece sin monotonía. Avenidas enormes cruzan la ciudad apartando los antiguos barrios, disgregándolos. Mazacotes de cemento abren sus puertas al comercio puro y duro. Fotos de chicas y chicos orientales europeizados atraen al comprador abrumado.

Lo “fashion”, el movimiento, la velocidad, las sombras, el bullicio, el ruido, los neones… han contribuido a la desaparición de la cultura antigua, esa cultura que tanto atrae al viajero. La arquitectura, la caligrafía, la música, la filosofía, han sido reemplazadas por el capitalismo poderoso, el personaje con bienes mercadea corriendo para no dejarte pensar ni opinar.

La campana de la Torre, del mismo nombre, debió sonar con mucha fuerza y estremecer a los altos mandos para dejarla intacta, está acorralada en una plaza, los automóviles son sus rejas y el asfalto es la lava del joven volcán del liberalismo. La Torre de la Campana perdura con el mismo esfuerzo que su muralla, casi original.

La nebulosa del ambiente hace de Xi´an una ciudad malhumorada, sin ningún gusto y repugnante. El ambiente transforma a la gente, los hace lejanos, fríos y muy diferentes a los de otras ciudades y pueblos de China que llegué a conocer, son más oscuros, la mirada es sucia y perversa.

La noche está diseñada para el burgués, locales de encuentro con teléfonos en las mesas para comunicarte con tus futuras conquistas, discotecas espectaculares con varias salas temáticas: área de masajes, zona vip con sillones, barra, televisión e hilo musical.

Al final, una seductora sorpresa, andas y encuentras. Existe un espacio de tranquilidad y arte en esta horrible ciudad. Agotado del tráfico y el ruido, busqué un lugar para tomar un refrigerio y “zas”, un mercado de arte; calles repletas de pinturas, esculturas e instrumentos musicales. Un barrio clásico con arquitectura popular para dejarte llevar.

Gracias por tus soldados Xi´an y por nada mas.


Ángel Hurtado