12 abr 2012

Una hermosa tarde.


Una hermosa tarde haciendo recados, moviendo los músculos y ejercitando el cerebro. De lugar a sitio escucho entrevistas, la de hoy ha sido a Diego Cortés. Es increíble lo plomiza que cae su voz. Habla muy claramente, con una decisión inusual en un ser humano que no prepara el discurso, oírle rechina su virtud.

Sí, es la radio la que acompaña mi tránsito, RNE es una gran amiga, igual a la que llevo de copiloto. Esta segunda es especial, nunca nos separamos. La conozco antes de tiempo, fue una herencia obligada que manejo desde hace dos años. Es caótica, intransigente, obscena, fría y dictatorial, así me pareció cuando la conocí. Los primeros días dejé que actuara, mas adelante hice lo posible para comprender el porqué había sido yo el elegido, qué tenía mi persona de emocionante o de curiosa para tener el privilegio de acariciar esa verdad tan desconocida.

Continuamente rebosa mi sangre, la siento ardiendo dentro de mis arterias, las acciones de mi trabajo se hacen espesas, padezco un continuo letargo convulsionado con hilos de luz, una luz brillante, que no deja ver.

Al lado siempre acompaña mi gran amiga, esta vez sentada, subiendo y bajando la ventanilla de la Berlingo. La verdad es que hablamos poco, normalmente hace ruidos onomatopéyicos para referirse a una situación o a una persona. Estoy acostumbrado a comunicarme así, estos dos años en su compañía me he sentido bien. He podido, por fin, dejar de fumar, de beber y sobre todo de machacar a mi pareja. Estaba tan estresado en el trabajo, me metían tanta presión, que llegar a casa era mi huevo con patatas fritas; mojaba hasta que explotaba la yema empapando las patatas, dejándolas blandas, llorosas y cautivas de mi malestar. Ahora floto en mi trabajo, lo hago sin presión, es como si no tuviera nada que perder, ni nada que ganar, es liso, plano, llano y si no fuera por mi amiga, monótono y sin sentido.

Esa tarde tan hermosa mi amiga coló un CD de Zoé olvidado en la guantera. Dejamos nuestros asuntos propios para ocuparnos de las melodías sinceras de este fantástico grupo mexicano. Yo susurraba los temas y mi amiga movía su cuerpo astillado con fantasía. Dejó apoyado su instrumento mortecino para mezclarse entre mis palabras, que no son mías. Pienso que esta hermosa tarde hace dos años que la conozco, que como a toda persona me parece que fue ayer cuando la vi por primera vez entrando descaradamente en mí Berlingo sin previo aviso, con una sonrisa sarcástica, sin invitarla pero sin poder evitarla. Fue una obligación impuesta por nadie, sin nadie a quién alzar las quejas. Su fuerte olor me lo tuve que tragar y lo sigo masticando hasta esta hermosa tarde que me encuentro con vosotros. Y me explicáis, como si yo fuera un niño, que estos dos años no existen o por lo menos no en un tiempo real. Que esta hermosa tarde es la misma que la de ayer y que será la de mañana. Que a vosotros también os pasa, que también tenéis una amiga que os acompaña siempre, que es una muy buena amiga y que lo mejor es aceptarla, hablar con originalidad de ella. Me decís que yo no estoy, que no existo, que dejé todo esa tarde tan hermosa cuando mi Berlingo volcó y que me de cuenta de que todo se acabó, que me vaya feliz y sin sombras.