23 jun 2009

Hacer "el Palermo"

Pasea esquivando, no mires hacia atrás. Intenta que ese sentido tan ocupado en tu viaje se dirija hacia delante, busca posibles obstáculos, no te dará tiempo a otra cosa. Los coches, las motocicletas, los autobuses son autosuficientes, no los conducen personas, parecen guiados por un ser que juega con los humanos, un extraterrestre que se divierte como un niño y sus juguetes en las baldosas de su casa.
El inhumano aparca para joder el paso a los peatones, las aceras las convierte en áreas de servicio, sus manos invisibles actúan para menearnos a su antojo.
Quéjate y desespérate, insulta y desgallínate, no servirá de nada. Es increíble que el estrés no exista, han superado esa barrera que limita la capacidad de nuestro cerebro, para ellos es normal, las cosas son así.

El día pasa, has visto muertos vivos, sus vísceras, sus órganos, su sangre derramada dos siglos atrás crea una baba inmunda que recorre todas las calles; los excrementos de animales y de personas no se mueven, no se limpian, no se recogen. Así los muertos se divierten, practican a sus anchas el “acampismo” y con un poco de viento renacen para subir al cielo, pero a los dos segundos se desploman y vuelven a morir, desesperados, para nunca descansar en paz.
Quieren dejar de servir al turista, dejar de ser fotografiados.

Además del horrible tráfico, de la macabra experiencia de ver cientos de cadáveres y de la poca ética de las personas, encuentras un centro histórico descompuesto, alicaído y manteniéndose gracias a su historia abrumadora de civilizaciones. No hay culpa en la destrucción pues esta viene de la mano de catástrofes naturales: la tierra tiembla bajo Palermo creando una perspectiva incierta. El vivir día a día que todos intentamos para ellos se convierte en tradición inculcada desde el nacimiento. Los habitantes de Palermo están defraudados y sin ánimos, no esperan que pueda haber un cambio en el gobierno ni de mentalidad, la burocracia se mete en todo.

Los viajeros al entrar a Palermo notarán el caos y se convertirán en caos, esto no es malo, al contarario, es muy divertido hacer “el palermo”.